Los diarios por mes:

viernes, 30 de junio de 2017

Los refranes incompletos

Los refranes son dispositivos que guardan la sabiduría del pueblo. Son muy prácticos porque si te sabes suficientes, puedes aplicarlos a cualquier situación (como canción de Arjona). Son una muestra de lo brillante que es la capacidad de síntesis, pero también, esa cualidad de ser pequeños depositarios de gran sabiduría, hace que a veces se pierda mucha información importante.
Hay dichos que necesitan un ajuste, que por la limitación de oraciones o por la necesidad de rimar (para que sea más fácil de recordarlo)  o de lo que sea, pueden trivializar lo que quieren decir.

La práctica hace al maestro

Es cierto que no hay sustituto para la disciplina y que para llegar a dominar algo hay que practicar hasta que la actividad se vuelva segunda natural en nosotros. Sin embargo practicar sin buscar retroalimentación externa y sin ser autocrítico, puede ser contraproducente, haciendo que nada más no mejoremos, o que no mejoremos como queramos. La idea de que este refrán estaba incompleto surgió un día en el que yo iba muy feliz en mi bici y de repente un taxista casi me atropella (para variar). Es de dominio público saber que los taxistas manejan muy mal, bueno, cualquier servicio de transporte público, realmente. Lo cual hace que esté en definitivo desacuerdo con la concepción idiota de que todas las mujeres manejan mal, o que en general las mujeres manejan peor que los hombres. El que crea eso ha de pensar que los taxis y microbuses se manejan solos…
“Pero volviendo a la poesía” ¿Cómo es posible que un señor que maneja ocho horas diarias (si bien le va) pueda ser tan malo haciéndolo después de años? Práctica pasiva, el sólo hacer una cosa sin escuchar sugerencias o sin ser autocrítico. Fíjense bien cuando vayan en un taxi o en un camión, de seguro van a notar a más de un peatón gritándoles una variante de: “Caballero, por favor preste más atención a su modo de conducir” en un lenguaje un poquito más florido. Jamás he visto a un chofer diciendo: “Caramba, tiene razón, el rojo significa alto.” o “el peatón no es un tope”, con permiso de Molotov. 




Otro ejemplo, cuando uno va a alguna de las oficinas de gobierno, a ser parte de este flujo hermoso y nada frustrante que es la burocracia, lo más probable es que se tenga que encarar con un personaje que parece sembrado en frente de una computadora. En mi caso fue un señor que bien podía tener treinta como ochenta años, no lo sé muy bien, pero que manejaba el teclado con una lentitud oprobiosa. Era de esas personas que tienen los dedos índices en posición de garfio y que martilleaba una letra, volvía el brazo a su posición inicial, cambiaba de mano y repetía. Veinte letras al minuto es la velocidad con la que el pasto crece.



De nuevo, este señor, seguramente pasa horas en frente de la computadora y sus dedos en el teclado, la postura de signo de interrogación que tenía me hacía pensar en que llevaba ahí unos años, y ni así puede volverse un mecanógrafo decente. No creo que se haya tomado la molestia en aprender a teclear rápidamente.
Por ello propongo una pequeña modificación al refrán: La práctica [consciente] hace al maestro.

La intención es lo que cuenta

No, no, no y no. Nada más falso. Ya había escrito una entrada acerca de este tema: (http://elimperfeccionista.blogspot.mx/2016/03/intencion-es.html)  la intención por sí sola no vale nada. Hace mucho más daño el pensar eso que el estar enfocado en los resultados. Porque el decir esa pavada justifica la falta de acción, “No hice nada pero al menos tenía la intención de hacerlo, miren nada más qué bueno soy. Pueden dejar sus flores en la puerta”.
Uno le dice “La intención es lo que cuenta” al niño de cinco años que fue derrotado en su primer partido de futbol porque el niño que perdió el partido ya fue a los entrenamientos, se levantó un sábado temprano y le pidió a sus  padres que lo llevaran al campo, se sometió al proceso deportivo y cabe entender que tenía toda la intención de ganar, pero por diversas razones no pudo. Fue al campo con mucho más que la intención, hubo esfuerzo y dedicación.  
La intención no logra nada, es el esfuerzo y la disciplina, me molesta que muchas personas dicen eso como una excusa para no hacer las cosas o para esforzarse lo menos posible. Iban a llegar a tiempo, no pudieron, pero la intención ahí estaba. La frase me parece tan insultante que me lleva incluso a recordar Jurassic Park III. Sí, la de 2001, la peor de todas. Hay una parte en la que Allan Grant le dice a su amiguito Billy que ha habido grandes atrocidades que se han cometido con “las mejores intenciones”.
Entonces, “determinación de la voluntad en orden a un fin es una buena motivación,” pero ya nada más, es incompleto. La intención hace que te decidas a comenzar pero el ciclo no está completo.  Convendría decir que es el esfuerzo es lo que cuenta, que la disciplina es lo que cuenta, la dedicaciòn, porque eso de nada más decir “Voy a hacer algo” es equiparable a esa mentira que muchos nos decimos los domingos “No lo vuelvo a hacer.”