Los diarios por mes:

miércoles, 2 de noviembre de 2016

Came

Se fue el dieciséis de agosto. Un mes después de su cumpleaños. Digo se fue porque ella quería irse. Llevaba tiempo diciendo que deseaba la muerte, que la imaginaba tocando a la puerta y que su único arrepentimiento sería haberla hecho esperar demasiado.
“Ya quiero morirme pero tengo miedo de sentir la muerte”.  Yo no la escuché decir eso. Fue mi papá, su hijo, su protector, el que la bañó y estuvo con ella la noche misma en que partió. No creo que le haya soltado la mano.
¿Después qué pasa? Dicen que el Mictlán está en el norte. Que se atraviesa el río en lomos de un perro que es el primer juez de tu comportamiento en vida. Por ese lado estoy tranquilo, ella fue siempre buena con los animales. Cuidaba de Roy cada que venía a casa y le daba los restos de pollo al Lobo.
Me la imagino en su vestido blanco, llegando al recibidor de lo que ahora sería su nueva morada. ¿Qué habrá sido de ella entonces? No se llevaba muy bien con su familia, entonces no sé bien quién la estaría esperando. Bueno, quizá mi tío: Su hijo querido, al que sí se llevaron. Era más joven de lo que soy mientras escribo.  Ojalá que también haya ido la tía Lila, porque uno siempre ha de hacer las paces. Supongo. Teniendo la eternidad para perdonarse, o para seguir peleando yo qué sé. Gudelia, Benja. Espero que juntos la hayan recogido y ayudado con su equipaje. ¿Qué se llevará uno al mundo de los muertos? Supongo que iría cargada de recuerdos: puras recetas, algunas letras de canciones, un relicario con mi foto, con mi papá y mi hermana.
Nos dejó tantas cosas lindas, incluso después de irse. Recuerdo muy bien ir caminando por la calle Grandt cuando ella se marchó. Yo había estado respirando muy mal y a la hora de su muerte me volvió el aliento al cuerpo. Supongo que me quiso dar un último empujón. Un último abrazo.
Dicen que hoy, todos los muertos se regresan, aunque sea por un ratito. Así que aquí la espero sentado, al pie de su altar. Supongo que si la llamo escribiéndole quizás viene ¿no? En la ofrenda hay mucho helado de café, tortillas y chocolate caliente. Le puse también su pan de muerto. Además los cempasúchiles y veladoras por todos lados. Dicen que el camino es oscuro y no quiero que la abuelita se pierda.