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miércoles, 22 de febrero de 2017

De un sarcástico a otro

Aquí se sobre valora la inteligencia (aunque muchas personas que dicen valorar la inteligencia realmente la confunden con la malicia y he ahí lo interesante). Vivimos en un lugar donde el aprovechado es catalogado de listo y que el pisoteado es reputado de tonto, y uno de los mecanismos más efectivos para andamiar esta estructura es el sarcasmo.
Si existe un sistema canónico y homologador, es este último. Básicamente funciona de este modo: “Si tú no piensas tan rápido como yo, si tienes menor conocimiento en un área que yo, entonces eres tonto y haré que lo noten todos a nuestro alrededor.”
Si se practica las suficientes veces, podemos intimidar al interlocutor al punto de que no quiera hacer ninguna pregunta por miedo a parecer tonto o iletrado, existe la afirmación “A preguntas estúpidas, respuestas sarcásticas”.


Ahora, esto es algo que se tiene que tener en cuenta, y con esto último no quiero decir que estoy en contra del sarcasmo ni mucho menos, de hecho todo lo contrario. En mi vida, el sarcasmo es como el café: no he pasado un día sin él desde que supe de su existencia. Pero creo que es un recurso poderoso que puede terminar en actitudes repelentes y consideraría una actitud irresponsable el no mencionarlo, porque tampoco hay que olvidar que el sarcasmo es una actividad que se considera agresiva. Incluso si se digna usted a buscarlo en el diccionario de la Real Academia, encontrará que se define como “Burla sangrienta, ironía mordaz y cruel con que se ofende  o maltrata a alguien o algo” … suena muy severo, ahora que lo leo en voz alta.


Habiendo puesto los puntos sobre las íes (creo), se entiende entonces que el sarcasmo sea tan popular, debido a la sobrevaloración que le damos a la inteligencia, muchas personas corren presurosas a ponerse la etiqueta de sarcásticos. Lo que no hay que olvidar es que el sarcasmo es una actividad que requiere de mucho estudio y de apreciación, y que, como todo lo agresivo, es un oficio arriesgado.
Por ejemplo, hay veces que enuncias algo sarcásticamente, pocas personas lo entienden y quedas como un idiota. También hay veces que tu sarcasmo es muy idiota y quedas como un idiota. En el peor de los casos, terminas siendo sarcástico y genuinamente ofendiendo a alguien que no tiene perro en la carrera, y esta última es la que nos debería preocupar más.
Los que somos sarcásticos, normalmente somos muy orgullosos, por lo mismo, sarcastiqueamos a alguien y defendemos el acto diciendo cosas como que son ellos los que tienen que apretar el paso, que si no fueron a la primaria, que era muy obvio que esa pregunta era tonta, etcétera. Dejándonos contentos a nosotros mismos, cuando deberíamos tratar el acto como una agresión, y como tal, deberíamos practicarlo sólo con los que estén de acuerdo.
Por ejemplo: mi primo es un hábil peleador de Muay Thai, - no conozco mucho esta disciplina pero sé que los practicantes de la misma pueden golpearte con precisión aterradora usando puños, codos, rodillas y pies -  a él le encanta y siente una pasión genuina. Es bueno en ello, y no le importa recibir golpes en una pelea, porque él puede darlos con igual o mayor habilidad.
Si mi primo llegara un día a golpearme no le costaría ningún trabajo, sin embargo encontraríamos ridículo un argumento como “A preguntas estúpidas, un rodillazo en la cara”. Del mismo modo, no debería enorgullecernos el responder sarcásticamente a alguien que no gusta del sarcasmo. Es bravuconería intelectual. Pero bravuconería al fin.
Por lo mismo creo debemos ser sarcásticos, pero debemos hacerlo en grupos donde la gente esté de acuerdo con ello. Si alguien nos dice que no le gusta el sarcasmo, respetarlo y no ser burlones con ellos. Estoy consciente de que escribirlo es mucho más fácil que hacerlo, es el equivalente a: tengo que dejar de comer en exceso… pero ser sarcástico sólo con los sarcásticos tiene sentido. Así como practicar artes marciales con otro practicante, tiene sentido, así el nivel de los sarcasmos mejorará incluso, y no andaremos perdiendo amistades sólo porque no piensan del mismo modo que nosotros.
Si nuestro parámetro para formar una amistad es que esta persona sea hábil en las artes sarcásticas, bueno, ya es otra cosa, pero si queremos nada más andar burlándonos de todo el mundo, que no nos sorprenda si un día nos rompen la cara y después lo etiquetan como “sarcasmo físico”.