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miércoles, 29 de noviembre de 2017

Aprendiendo portugués

En Brasil me di cuenta de que el portugués y el español son idiomas sumamente similares. De ahí que cuando uno habla ambos debería decir que habla un idioma y medio. Hay veces que estoy conversando con alguien y, como no sé la palabra en portugués para lo que quiero decir, la digo en español y le doy una pronunciada medio paulista, a veces le añado un “inho” para que suene más brasileño. Funciona dos de tres veces.  Claro que hay ocasiones en que la palabra es sumamente distinta y no hay cómo hacerle, tal es el caso de abóbora (calabaza), abacaxi (piña), vassoura (escoba) y un largo y frustrante etcétera. En el caso de escoba, por ejemplo, la palabra existe en portugués, sólo que escova significa cepillo de dientes. ¿Ven cómo es confuso?



En fin, hay cosas que tienen traducción literal al español, como expresiones o incluso palabras, que se usan para designar cosas distintas en portugués. Eso también se vuelve un problema semántico. Por ejemplo, los Paulistas (la verdad no sé si otros brasileños lo usen) dicen a gente (la gente) para decir “nosotros”. Entonces cuando dicen (en portugués, lógicamente) “La gente va para allá” significa “Vamos a ir para allá”. Muchas veces me pasó que me dijeron eso de “La gente va a comer” y yo me quedaba pensando: “Pues que coman, bien por ellos. Ojalá nosotros también fuéramos a comer, tengo hambre.

Si uno quisiera decir “es posible” se tiene que usar “da para” ejemplo: “No da para ir caminando” es “no se puede llegar caminando”. Como la pronunciación de 10 rima con 6, las personas aquí dicen média cuando te están dando su teléfono: seis cuarenta y cuatro se convierte en média quatro quatro.

Las R, cuando están al principio o en parejas (rr) se pronuncian como J por lo que empurrar tiene la misma pronunciación que “empujar” y “jalar” es puxar. Por eso cuando un brasileño va a un país angloparlante se confunde con las puertas en donde Push significa empujar.
En fin, el idioma es tan similar, que estas diferencias sobresalen como frijoles en arroz blanco. Es difícil adaptarse pero no tanto como si quisiera aprender a hablar mandarín, digamos. Lo confuso es aprender el nombre de las cosas que puede ser traducido literalmente pero que a nosotros no se nos ocurriría llamarlas así. Como que al buró de cama se le llama “criado mudo” literalmente. Ese es uno de los nombres que más me perturba, pues en el dormitorio es donde ocurren cosas íntimas. Cada que escucho a alguien decir criado mudo me imagino al criado con ojos conturbados pensando “he visto cosas…”


Otra cosa a la que aún no me acostumbro, es al  hecho de que ellos tienen la pronunciación de la letra Ñ, pero para hacerla uno tiene que escribir nh de ahí Ronaldinho y eso vuelve a la palabra un diminutivo. Sin embargo la palabra “año” para ellos es ano, y es un poco extraño ver a las personas abrazándose el 31 de diciembre y deseándose un feliz ano nuevo. Eso sí es espíritu de cambio.